domingo, 29 de noviembre de 2009

SOCIEDAD Y CULTURA EN EL NB

El Nacionalbolchevismo tiene como raíz la defensa de un movimiento nacional europeísta, una defensa de los pueblos que tienen un pasado común, para que la unión de ellos se convierta en un futuro integrador y próspero. Y la más ancestral de las formas de nacionalismo, de tomar conciencia de pueblo, es sin duda la raza, que esconde no sólo la tradición y la herencia, sino la propia personalidad de ese mismo pueblo. Al contrario que el neoliberalismo cínico y los diversos movimientos pseudo-progresistas, creemos que las razas tienen entre sí unas diferencias importantes, y por lo tanto si buscamos un movimiento que una nuestro pasado, nuestra nación histórica, también buscamos nuestra herencia racial, el punto principal que evalúa no sólo esas diferencias sino nuestro desarrollo y nuestro futuro. Es por eso que la preservación y búsqueda de nuestra nación histórica tiene que repercutir sin ambages en la importancia capital de nuestra propia raza.
Como pasado común, el pueblo europeo descansa en unas raíces conjuntas e irreductibles, que tan solo la mezcolanza interesada y equivocada han pretendido truncar. La base indoeuropea debe permanecer como testigo de un punto de partida conjunto, un punto de partida compartido. Por eso, la unión de todos los pueblos de origen semejante, de una Europa firme es un punto básico en nuestra ideología, así como en la propia idea que la articula, la raza. A partir de ahí surgen las culturalidades propias, el costumbrismo adaptado al espacio, y al tiempo. Y la tarea de integrarlo todo sin olvidar las formas, pero teniendo en cuenta que la base común mayoritaria es el centro del que partir. Por eso la sociedad rica creada en cuanto a matices, experiencias e historia sería sin duda el objetivo: un pilar común en el que desarrollar todo un inmenso abanico de diferencias que se integran, como creador de progreso y civilización, devolviendo a Europa el lugar que merece con respecto a su pasado.
La importancia de la evolución europea, auténtico motor del mundo, que se ha visto en los últimos tiempos atacada por las injerencias del exterior, obsesionado en trocear y dividir lo que por derecho y herencia es de base común, se debe basar en los puntos de tradición más básicos, nuestra raza común, y las culturas que han surgido de ella, respetandose por igual. Los falsos y equivocados misticismos, que desde hace mucho han pretendido atomizar el sentimiento de unión, como el sionismo más descarnado y extranjero a nuestras patrias, el islamismo terrorista y muchos ultras del cristianismo más aprovechado(sobretodo católico), más pendientes del materialismo que unir con su poder lo que realmente debía ser unido, llevando a luchas intestinas entre hermanos, serán para nosotros restos del ayer, equivocados y enemigos de una causa común. El respeto por la cultura, religión y tradiciones propias de cada lugar no exime de que el objetivo único, el de un estado fuerte, único y justo, es el verdadero punto invariable de nuestro planteamiento. Los intentos individualistas aprovechados de destruir una unión heredada serán sin duda despreciados y contenidos sin rubor.
Mediante esta unión racial, la riqueza cultural y social queda absolutamente asegurada. Europa, como cuna central de la vida en el progreso tanto técnico como humano, tanto físico como ideológico necesita de la máxima unión para prevalecer, para recuperar ese espíritu de invencibilidad y superación que la ha hecho la base de la civilización humana. En contraste con la sociedad decadente de la actualidad, donde el progreso está limitado por causas materialistas, construir una Europa desde Lisboa a Vladivostok libre de yugos extranjeros, donde un Estado integrado y total cumpla de manera justa y eficaz, aportando el marco donde desarrollar de la mejor manera posible ese mismo progreso nuestro, del pueblo para el pueblo. Donde las variables culturales de nuestra raza sean observadas, respetadas e integradas para un bien común. Donde la libertad social, de cultos y tradiciones no se yuxtaponga a equivocados enfrentamientos, sino en una unión más rica en recursos y en posibilidades. Para el progreso útil para todos, para la mejora de la propia civilización en un marco común, hacia un objetivo común y compartido por todos los pueblos europeos.

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